El desvelo de Nueva York trasladarlo a tu cuarto, cambiar las deslumbrantes luces por oscuridad, y pasar aún así la noche en vela. Espectáculo tras espectáculo.
La música de París, el silencio de tu habitación. Nuestras respiraciones casi una sola. El pisoteo de los zapatos de los vecinos. ¿Quién quiere escuchar la música de las calles de París si te tengo a ti?
Pasear en góndola, tomar café en Roma, resguardarse en Londres en cualquier portal, andar soñando por Florencia. Ni desayuno con diamantes, ni candados colgados de puentes. No quiero huir en moto, ni quiero que seas mi Romeo, porque no quiero ser Julieta.
