miércoles, 17 de julio de 2013

Y si te gusta, juguemos.

Si esto es solo un juego, entonces me gusta cómo jugamos. Es solo un juego, lo sé, al igual que tú también lo sabes. Probablemente porque lo inventaste tú. Tú pusiste las reglas. Tú sabías la forma de ganar lo único que apostamos.No quiero quedar de cursi, no es ese mi estilo, pero sabes perfectamente lo que pusimos en juego, y a estas alturas sabes que has ganado y aún mejor, sabes qué has ganado. Y yo también lo sé, porque acepté las reglas que tú mismo estableciste. Lo hice porque quise, claro, pero porque quise seguir siendo apremiada con tu sonrisa, con esa que me apuntaste como si de una pistola se tratase. Y firmé.

Juego. Juego. Juego. Juego. Juego. Juego. Juego. Juego. Juego. Juego. Juego.

Y sin embargo, este juego cruel de querernos cada uno a nuestra manera, sorprendentemente, me gusta.

Me gusta reírme contigo, cuando no un poco de ti para enseñarte que todos tenemos defectos, incluso tú. Me gusta que te rías de los míos. También tengo que decir que no me gusta cuando mis faltas te hacen llorar, y paradójicamente hasta eso me gusta de ti y lo que provocamos jugando: nuestros corazones de piedra se vuelven de barro con cada día que pasa. 

Te importo. Me gusta esa constante lucha por saber quién va a ganar, aunque de momento vayas por delante. Y ya ves que hasta me gusta, porque es un incentivo para mi, que quiero ganarte. Déjame que practique mi táctica, que mientras te dejaré ventaja.


Me gusta arriesgar porque es un juego de acción-reacción. De técnicas y tácticas. De ver quién roba más sonrisas, de ver quién guarda más y descubrirlas, sacarlas a flote. Me gusta el juego de "a ver quién aguanta más despierto", y todo para quedarme hablando contigo.

Me gusta cómo nos adaptamos. Me gusta ver que aunque tú ya sabías, yo estoy aprendiendo. Y solo pido que ahora que estoy aprendiendo cómo se practica este deporte de riesgo no quede en una metáfora de la vida, como diría Zafón ("La vida es como la primera partida de ajedrez, una vez que empiezas a entender cómo se mueven las piezas ya has perdido.") porque cariño, me gusta cómo jugamos, aunque sepamos que es mentira.


¡Al carajo con todo!

¿Qué más dará? Todo pierde importancia cuando te das cuenta de que porque una persona se haya empeñado en joderte la vida, si dos te han cogido manía y tres o cuatro ignorantes hablan mal de ti y de tu vida a tus espaldas, no significa que no tengas ahí a los que luchan día a día por un mínimo amago de tu sonrisa.


 Por esas personas que tienen como meta tu risa. 

¡Al carajo con todo!

¡PUEDO VIVIR DE UNA ALEGRÍA!

Próximamente.

Sucedió en Sevilla, como no podía ser de otro modo.

Sevilla, 1836